sábado, 3 de enero de 2015

Haz que cuente...

Quizás desde pequeñito,
la gente que te quiere
desea que no sufras,
que no te equivoques,
que no te hagan daño,
y muchas veces esa sobre protección
nos lleva a tener mas inseguridades,
a no aprender ciertas lecciones,
a no descubrir partes de nosotros mismos
y a no terminar de ser felices,
incluso a conformarnos
hasta tal punto de no buscar
el verdadero amor...

Por eso yo espero que te caigas,
que te caigas miles de veces
y que te levantes siempre
con más fuerza,
espero que sufras
pues del sufrimiento también
se aprende,
quiero que te hagan daño
para que aprendas a defenderte
a ti y a todo el que te importe,
que cuando creas haber conocido
la felicidad llegué alguien
que te enseñe que era un espejismo,
y se rompan tus esquemas
hasta el punto que tengan que cambiar
la definición de felicidad del
diccionario de tu mente,
no quiero que te conformes
con un trabajo cualquiera
o el sueño de otra persona,
quiero que tus sueños e inconformismo
te lleven lejos,
¡donde nadie haya llegado!

Y por último quiero 
que te partan el corazón,
porque significará que has amado,
que has vivido sin temor al dolor,
porque te hará mejor persona
y te enseñará lo que es el verdadero amor
para que seas la persona 
ideal para otra,
y aprendas a buscar a esa persona ideal.

La vida son millones de momentos
sin importancia,
es el tiempo que pasa ante nosotros,
esa cuenta atrás
llena de oportunidades
que dejamos escapar,
y cuando miramos atrás...
¿De que nos acordamos?

De las lecciones que nos ha dado la vida,
y de esos momentos únicos
que quedan grabados
en lo más profundo de nuestro ser.

Por eso haz que cuente...

Que sea una lección,
o uno de esos momentos 
que recordaras cuando mires atrás,
pero haz que cuente,
pues en tus manos esta
que la película de tu vida dure
unos minutos,
o sea algo que puedas recordar
durante días,
semanas,
o incluso meses...

Ayer ya es demasiado tarde,
mañana demasiado improbable,
y ahora es lo único que tienes.

"Morir no es triste,
lo triste es que la gente
no sepa vivir"

viernes, 2 de enero de 2015

La espada de mi corazón

Antiguamente cuando las guerras
aún se libraban
cuerpo a cuerpo
en los campos de batalla
improvisados sobre los terrenos
más angostos de la tierra,
corría la leyenda
de la espada inquebrantable.

Si una espada de calidad considerable
se forjaba hasta 5 veces,
y las famosas espadas
japonesas, se forjaban
hasta 30 veces durante generaciones enteras
siendo un honor su posesión,
la leyenda de la inquebrantable
decía que había sido forjada
más de 100.000 veces
siendo un trabajo de monjes
budistas que se alternaban
las 24 horas al día durante
más de 500 años,
y fue en la inquebrantable
en la que se inspiro
la leyenda de excalibur,
pues era capaz de cortar una piedra
sin dañar su filo lo más mínimo...

Quizás en esta época
no advertimos que somos
espadas en manos del herrero
que es la vida,
y cada cicatriz un golpe del martillo
que golpea nuestro corazón
con la intención de forjarlo
día a día.

Vemos marcas que pensamos
que jamás desaparecerán,
pero es el fuego, y los golpes
los que consiguen 
compactar y alisar toda la superficie
alcanzando esa dureza
que puede penetrar 
hasta las mismísimas rocas.

Por eso en la vida,
quien no escoge el camino fácil
y se atreve a luchar día día,
levantándose de cada una 
de sus caídas con más fuerza
y persiguiendo sus sueños
siendo leal así mismo,
corre el riesgo de romperse
en millones de pedazos, 
pero también corre el riesgo
de convertirse en una espada inquebrantable
a la que familiares y amigos admirarán 
y recurrirán en momentos difíciles,
pues habrá cortado las rocas 
de todos esos imposibles
que ellos solos se impusieron.

Dicen que la única 
guerra buena es la que no se libra,
pero la vida es una guerra constante
desde el momento en que nacemos,
en la que debemos luchar
por nuestros sueños,
nuestra familia,
y por amor...
Nadie dijo que llegar 
a la cima de la felicidad fuera fácil,
pero vale la pena luchar
por lo que vale la pena tener.