Constantemente ponemos valor a las cosas,
la leche, el zumo, la enseñanza,
los vehículos, la vivienda,
incluso la asistencia médica.
¿Todo tiene un valor?
Pues sí aunque ese valor sea incalculable,
y sólo nos damos cuenta del verdadero
valor de algo cuando lo hemos tenido
y lo perdimos.
Cuanto me gustaba ir a esas clases,
como me encantaba el olor de mi coche,
que vistas tan bonitas tenia la casa de mi infancia,
o incluso...
cuanto quería a esa persona
que ya no esta...
Cuantas veces oiremos
y diremos esas palabras...
Creo que es una lección que no
somos capaces de aprender en muchos años,
una lección muy simple
de la que no se preocupan los colegios e institutos
que el valor de una persona
de una vida es incalculable
Si aprendiéramos esa lección
respetaríamos más a nuestros semejantes,
a los seres vivos en general
y querríamos más a nuestros familiares.
Porque el valor de
un padre, una madre, un hermano...
es algo tan grande e inimaginable
como el mismísimo universo.
Y esa lección tan simple en ocasiones
la aprendemos demasiado tarde.
Por eso recapacita,
no guardes rencor a las personas que quieres,
ayúdales, quiéreles,
porque no hay valor que lo sustituya.
Y si alguno de ellos ya no esta,
hónrales donde quera que estén
viviendo dignamente,
teniéndoles siempre en tu memoria,
y queriéndoles como si aún estuvieran aquí.
la leche, el zumo, la enseñanza,
los vehículos, la vivienda,
incluso la asistencia médica.
¿Todo tiene un valor?
Pues sí aunque ese valor sea incalculable,
y sólo nos damos cuenta del verdadero
valor de algo cuando lo hemos tenido
y lo perdimos.
Cuanto me gustaba ir a esas clases,
como me encantaba el olor de mi coche,
que vistas tan bonitas tenia la casa de mi infancia,
o incluso...
cuanto quería a esa persona
que ya no esta...
Cuantas veces oiremos
y diremos esas palabras...
Creo que es una lección que no
somos capaces de aprender en muchos años,
una lección muy simple
de la que no se preocupan los colegios e institutos
que el valor de una persona
de una vida es incalculable
Si aprendiéramos esa lección
respetaríamos más a nuestros semejantes,
a los seres vivos en general
y querríamos más a nuestros familiares.
Porque el valor de
un padre, una madre, un hermano...
es algo tan grande e inimaginable
como el mismísimo universo.
Y esa lección tan simple en ocasiones
la aprendemos demasiado tarde.
Por eso recapacita,
no guardes rencor a las personas que quieres,
ayúdales, quiéreles,
porque no hay valor que lo sustituya.
Y si alguno de ellos ya no esta,
hónrales donde quera que estén
viviendo dignamente,
teniéndoles siempre en tu memoria,
y queriéndoles como si aún estuvieran aquí.
Hay personas que es fácil
comenzar a querer,
e imposible dejarlo de hacer
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