miércoles, 3 de julio de 2013

El Dolor de la culpa

El dolor nos transforma. 

No puedes dormir, 
no quieres trabajar, 
no soportas a nadie... 

Pero el peor dolor 
no es el de los huesos o músculos, 
el peor es el que nos causan los que más queremos. 

Y para superar ese dolor 
no hace falta ni el masaje perfecto
ni las máquinas más caras,
sino la voluntad de uno mismo.

La vida nunca deja de asombrarnos,
nunca deja de poner a prueba nuestra luchar,
de demostrarnos que por mucho que intentemos 
controlarlo todo el futuro es impredecible.

Lo único que sabemos a ciencia cierta 
es que todos avanzamos a un ritmo de 60 minutos por hora.
Hagas lo que hagas,
seas quien seas,
da igual los errores que hayas cometido 
o cuantas veces hayas pedido perdón.

Todos avanzamos por el mismo camino 
y me consuela pensar que en este viaje 
podemos dejar atrás los tropiezos,
las culpas, las caídas, 
que mientras vamos tirando podemos trazar 
nuestro propio camino y plantar cara al futuro. 

Todos cometemos errores,
es parte de nuestra naturaleza,
y por eso no debemos dejar 
que los errores nos impidan avanzar,
tenemos que aprender de ellos y seguir hacia delante. 

Los errores son inherentes a nuestra forma de ser, 
igual que las roturas a nuestro esqueleto,
porque somos,
nos equivocamos, 
porque tenemos huesos,
nos los rompemos. 

Aprovecha esta oportunidad para deshacerse de tu culpa,
puedes hacerlo,
y cuando te liberes de tu culpa
podrás hacer todo lo que quieras.