Una suave brisa acaricia tu piel
mientras oyes esa música en estéreo
que hipnotiza hasta la mayor
de las bestias.
Una batalla incesante por el terreno
entre la tierra y el mar,
y son sólo décimas de segundo
en las que cada bando puede celebrar
su supremacía sobre el otro
El sol,
que transforma el horizonte
en una llanura dorada
que incita a adentrarse en ella
como si de un camino celestial se tratara.
Y ese inmenso cielo azul
que se confunde con el océano,
que no parece otra cosa
sino el mar de las aves
que lo surcan con esa majestuosidad
y a la vez delicadeza.
Fotografía: Playa San Juan (Alicante)
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