viernes, 2 de enero de 2015

La espada de mi corazón

Antiguamente cuando las guerras
aún se libraban
cuerpo a cuerpo
en los campos de batalla
improvisados sobre los terrenos
más angostos de la tierra,
corría la leyenda
de la espada inquebrantable.

Si una espada de calidad considerable
se forjaba hasta 5 veces,
y las famosas espadas
japonesas, se forjaban
hasta 30 veces durante generaciones enteras
siendo un honor su posesión,
la leyenda de la inquebrantable
decía que había sido forjada
más de 100.000 veces
siendo un trabajo de monjes
budistas que se alternaban
las 24 horas al día durante
más de 500 años,
y fue en la inquebrantable
en la que se inspiro
la leyenda de excalibur,
pues era capaz de cortar una piedra
sin dañar su filo lo más mínimo...

Quizás en esta época
no advertimos que somos
espadas en manos del herrero
que es la vida,
y cada cicatriz un golpe del martillo
que golpea nuestro corazón
con la intención de forjarlo
día a día.

Vemos marcas que pensamos
que jamás desaparecerán,
pero es el fuego, y los golpes
los que consiguen 
compactar y alisar toda la superficie
alcanzando esa dureza
que puede penetrar 
hasta las mismísimas rocas.

Por eso en la vida,
quien no escoge el camino fácil
y se atreve a luchar día día,
levantándose de cada una 
de sus caídas con más fuerza
y persiguiendo sus sueños
siendo leal así mismo,
corre el riesgo de romperse
en millones de pedazos, 
pero también corre el riesgo
de convertirse en una espada inquebrantable
a la que familiares y amigos admirarán 
y recurrirán en momentos difíciles,
pues habrá cortado las rocas 
de todos esos imposibles
que ellos solos se impusieron.

Dicen que la única 
guerra buena es la que no se libra,
pero la vida es una guerra constante
desde el momento en que nacemos,
en la que debemos luchar
por nuestros sueños,
nuestra familia,
y por amor...
Nadie dijo que llegar 
a la cima de la felicidad fuera fácil,
pero vale la pena luchar
por lo que vale la pena tener.


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