viernes, 4 de marzo de 2016

El abrazo...

En el lienzo, 
una ciudad,
concretamente una calle muy transitada
con edificios de ladrillos rojos 
y grandes ventanas,
arboles cada dos metros
para integrar algo de nuestra 
querida naturaleza
entre tanto asfalto y construcciones.
En la acera, 
gran aglomeración de gente
caminando como autómatas 
que no prestan la mas mínima atención 
al escenario que se les presenta,
y en la calzada una gran fila
de coches que asemeja
a un gran tren y sus vagones...

Prácticamente se podía apreciar
el ruido ensordecedor
de una gran urbe salir de el...

Y entre esa aglomeración,
un callejón
que va hacia el interior
del mismo cuadro,
apreciándose en el fondo de éste 
un niño acurrucado
sintiéndose extremadamente sólo
y desvalido a pesar de estar rodeado
de cientos de personas.

Hay pocos abrazos
que calmen verdaderamente
el ruido de la vida,
y quizás sólo uno capaz
de aportarte la verdadera paz

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