miércoles, 27 de abril de 2011

Un cuento: La lucha de la vida


Un hombre encontró un capullo de una mariposa
y se lo llevó a su casa
para poder ver a la mariposa cuando saliera de el.

Un día vio que había un pequeño orificio
y entonces se sentó a observar por varias horas,
viendo que la mariposa luchaba por hacerlo más grande
para poder salir.

El hombre vio que la mariposa forcejeaba duramente
para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero,
hasta que llegó un momento en el pareció haber cesado de forcejear,
pues aparentemente no progresaba en su intento.

Pareció que se había atascado.
Entonces, el buen hombre decidió ayudar a la mariposa
y con una pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande,
de manera que la mariposa pudiera salir del capullo.

Sin embargo, al salir,
ella tenia un cuerpo muy hinchado
y las alas pequeñas y dobladas.

El hombre esperaba que las alas se desdoblarían
y que el cuerpo se contraería,
pero no sucedió ninguna de las dos situaciones
y la mariposa solamente pudo arrastrarse en círculos,
con su cuerpecito hinchado y las alas dobladas.

Nunca pudo llegar a volar.

Lo que el hombre en su bondad no entendió,
fue que la restricción de la apertura del capullo
y la lucha requerida por la mariposa
para salir por el diminuto agujero,
era la forma en que la naturaleza
enviaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas,
para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar.

Obtener la libertad y poder volar
era algo que solamente podía llegar después de la lucha.

Algunas veces lo que necesitamos en la vida es la lucha.
Si pidiésemos progresar sin obstáculos,
nos convertíamos en inválidos,
no podríamos crecer.

Cuántas veces hemos querido tomar el camino fácil
para salir de dificultades,
tratando de usar “tijeras”.
Y luego la caída a sido mas dura.

Así como el oro es refinado con el fuego,
sólo a través de nuestros esfuerzos
y caídas saldremos fortalecidos.

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